No sé a quién votar. En lo más profundo de mí siempre hay indecisión, un interrogante desde los pies a la cabeza.
Veo cosas buenas, pero también cosas muy malas. Malo está también no votar, y la presión por decidir el futuro del país me tiene preocupado, porque aunque pueda ser insignificante para mí no lo es.
Pero la política aquí solo sirve de entrada en faena. No sé amar, no sé a quién amar. Llevo tantas vueltas en mi cabeza que puedo dejarme llevar por la inercia y no darme cuenta de nada. Evadirme de la realidad. Desconectar.
No me identifico. Siempre que acudo a mi interior veo que soy maleable, que cojo la forma de mis circunstancias, pero no encuentro mi esencia. ¿Tengo esencia?
Me inquieta saber que a cualquier referencia que imagino puedo resumirla en algo. Una sensación, una palabra, un color, un sonido…
Sin embargo yo me pierdo en el ruido blanco, que para mí es ruido gris.